miércoles, 30 de mayo de 2007

respuesta a lo que sostiene Pereyra.

La nota que comparto a continuación, fue hecha en respuesta a una publicada en El Observador por Gabriel Pereyra. Enviada a ese periodista, éste se mostó a fin de publicarla como columna de opinión en la edición del pasado martes. Para ello debía yo editarla a la cantidad de caracteres que tienen las "columnas", en ese medio -menos de la mitad de lo escrito-. Razones personales me impidieron hacer esa edición, por lo que decliné el ofrecimiento de la publicación.

A la sombra de los teclados

“Suspirar o contener la respiración”, así termina la nota que Gabriel Pereyra publicó el 25 de mayo en la columna “En Contexto”, página 6 del diario El Observador.
Es el remate perfecto para una nota que provoca esa sensación, tanto por las imprecisiones con las cuales el autor se maneja como por el recorte que hace de la información. Claro que frente a una columna de opinión –y no una crónica periodística- lo último no es cuestionable.
Pereyra, basándose en una información del semanario Búsqueda, sostiene que: “cronistas gráficos (…) discute –aunque debió ser discuten- con la Policía la elaboración de un carné que autorice a cubrir hechos policiales”. Error; esa no es la discusión. Lo que se debate es la implementación de un carné que nos acredite como reporteros gráficos y que sea reconocido por las autoridades. Entonces no es un asunto de autorización sino de reconocimiento.
El mal uso que en varios años se le ha dado a las acreditaciones de prensa (venta de carnés por parte de instituciones, entrega de carnés por amiguismo, etc) hace que éstas no tengan validez para casi nadie. Y por esto quienes trabajamos en la calle debemos andar con un montón de carnés a presentar en cada lugar al que vamos a cubrir un evento, desde una reunión en el edificio Libertad hasta el concurso de carnaval de DAECPU en el teatro de Verano.
Tampoco es la idea -como parece afirmar Pereyra, pues no queda claro si es su interpretación o si sigue transcribiendo la nota de Búsqueda- entregar al Gobierno una lista para que éste “haga un filtro para saber quién está trabajando para un medio”. No sólo porque escapa a nuestra labor profesional, sino porque seguro el Gobierno no lo necesita; de hecho puede confeccionar una lista con los nombres -pero además direcciones y teléfonos particulares, etc- que los medios facilitan de sus profesionales para acreditarlos a ciertas coberturas.

Pereyra plantea luego una serie de dudas. Deduce que el carné, que no es otra cosa que una identificación, aportaría prebendas. ¿Cuáles son las prebendas que supone recibiría el portador del carné?¿que cuando éste llegue a un lugar habilitado exclusivamente para la prensa no deba pasar por un larga cadena de agentes que examinen la acreditación que porta actualmente hasta llegar a un oficial que la vea y autorice finalmente el ingreso? Oh! gran prebenda.
Sobre su duda si las fotos de amateurs “capaz son mejores que las que sacan los profesionales”, no haré el menor comentario por respeto a los profesionales que trabajan en El Observador.
Tampoco haré comentarios sobre que pasa cuando “¿se me canta estar allí sacando fotos de lo que pasa en los espacios públicos?”, basta con ir a la ley 9739 de derechos de autor, que imagino conocerá Pereyra, o se habrá interesado en conocer cuando se le planteó esa duda y decidió escribir su columna.
Si comentaré sobre el comunicado, que por error fue enviado como tal y que no debió ser más que una convocatoria a una reunión de fotógrafos y un borrador con ideas a ser discutidas. Borrador que ni siquiera incluyó todos los puntos planteados en reuniones previas. La intención de crear “una comisión independiente” y sobre la cual, y efectivamente como sostiene Pereyra, “no hay una definición adoptada”, es la de integrar a fotógrafos que trabajen para medios, fotógrafos free lance y camarógrafos a fin de que todo profesional cuente con un carné que lo acredite como tal.
Lo que parece, al menos extraño, es que un Editor Jefe de un medio importante, periodista y columnista de la jerarquía de Pereyra se base en lo que es un error –pues obviamente un comunicado que se hace público debería aportar definiciones más que ideas en debate- para hacer un planteo tan sinuoso sobre las discusiones que se dan entre los reporteros gráficos. No obstante, saludo la preocupación de Pereyra por los fotógrafos, en la medida que ello contribuya a mejorar las condiciones laborales, al menos de los colegas de su diario y en futuro próximo aporte ideas para la implementación de la “Entidad de Gestión Colectiva que deberá administrar los derechos patrimoniales (…) relativos a los derechos de autor de los Periodistas”, según resolución del Poder Ejecutivo de fecha 21 de setiembre de 1993.

Hay otro error, ínfimo por cierto y casi anecdótico pero que no quisiera dejar pasar.
Cuando Pereyra afirma que “Los elegidos tendrán un chaleco, para cubrir, por ejemplo, disturbios callejeros”, también mal informa, pues no es cierto; nunca se consideró uniformarnos. Pero además, no hay chaleco ni brazalete ni nada, que a uno le garantice no ligarse “un garrón”, porque “los garrones” son justamente eso, y lo saben quienes están en la calle y deberían saberlo quienes están a la sombra de los teclados.
Pablo Porciúncula

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