jueves, 8 de enero de 2009

Palestina

La masacre que Israel está perpetrando en la Franja de Gaza - y la impunidad con que lo hace- me duele, me indigna y me subleva. Me permito usar este espacio para subir una foto de la marcha de hoy, y una columna de Marcelo Jelen en la diaria del viernes pasado. 

El país de nunca Hamas

Pocos pueblos, naciones o comunidades religiosas del mundo han sufrido tanto como los judíos. Antes de Cristo, fueron desalojados de su tierra en dos ocasiones, para regresar cuando las circunstancias les fueron propicias. En la era cristiana inauguraron la más prolongada de las diásporas tras la destrucción del segundo templo de Jerusalén, en el año 70. Dispersos, vagaron por el mundo. Si lograban asentarse (como en la Edad Media en la península Ibérica, donde pudieron convivir en armonía cristianos, musulmanes y judíos), era sólo para esperar una nueva expulsión. Padecieron matanzas y expoliación, se los confinó en guetos, se les prohibió ejercer sus oficios tradicionales. El Holocausto nazi pareció resumir, en unos pocos años y en versión hiperbólica, dos milenios de salvajismo.

Con esos antecedentes, sorprende que el moderno Estado judío, el joven Israel de 60 años, cometa tropelías similares contra otros seres humanos, siempre con la excusa de la defensa propia. La construcción de un muro alrededor de Cisjordania y el cierre de Gaza se parecen demasiado a la reclusión de judíos en los guetos europeos. La guerra contra el partido libanés Hezbolá en 2006 y la actual contra el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) en Gaza se parecen demasiado a los pogromos de la Rusia zarista, esos malones de jinetes que arrasaban e incendiaban poblados judíos inermes.

El principio de legítima defensa como eximente de un delito tiene como pilar la proporcionalidad de la respuesta ante el ataque que la origina. La legitimidad no existe, por ejemplo, si a quien agrede con un palo le vacían un cargador de Kalashnikov en la cabeza.

En el caso de la actual Operación Plomo Fundido, lanzada por Israel contra Hamas, la desproporción de la represalia queda en evidencia con el balance de bajas. Los muertos israelíes por los cohetes artesanales disparados desde Gaza han sido cuatro, tres civiles y un militar, en seis días. En el mismo lapso, murieron 400 palestinos por el bombardeo israelí. La ONU calculó que la cuarta parte de los muertos en Gaza eran civiles. Suponiendo que esas cifras sean ciertas, una proporción de un muerto civil a 33 no puede considerarse una operación militar. Se trata, más bien, de una masacre. Y ayer, para cazar a un dirigente islamista, Israel mató junto con él a sus ocho hijos y a su esposa.

Los esporádicos disparos de cohetes palestinos hacia poblaciones israelíes, por supuesto condenables, no justifican el bombardeo con armas de avanzada contra el millón y medio de personas apiñadas en los 360 kilómetros cuadrados de la franja de Gaza, una de las áreas de mayor densidad demográfica del mundo.

Desde junio de 2007, Hamas tomó por las armas el control de esa región. Gran parte de la comunidad internacional (léase Estados Unidos y la Unión Europea) interpretó el acto como un golpe de Estado, sin tomar en cuenta que ese partido había ganado las elecciones de enero de 2006 sin que se le permitiera hacerse cargo de la Autoridad Nacional Palestina, dominada por su adversario, el secular movimiento Fatah. Las fuerzas israelíes mantienen cerrado a cal y canto el territorio de Gaza, cuya economía está paralizada, al igual que el acceso a ayuda humanitaria desde el exterior. La población civil es la que sufre las consecuencias. Hamas no: su popularidad aumenta con cada embate, y también la cantidad de jóvenes dispuestos a tomar las armas.

En 60 años, gran parte de los israelíes y las instituciones más visibles de la diáspora parecen haber perdido la sensibilidad ante agresiones como las que sus ancestros sufrieron durante siglos. Han intentado desacreditar toda crítica por “antisemita”. Para eso inventaron una conspiración de gobiernos, políticos y medios de prensa que nada tiene que envidiar a los infames Protocolos de los Sabios de Sión. Pero no se pueden ocultar con palabras las imágenes de barrios demolidos y de niños y niñas en el descenso a la tumba.

El gobierno uruguayo manifestó su “pesar y preocupación” ante la “escalada de violencia” que ha “provocado innumerables víctimas, en particular en la población civil”. Las culpas de los dos bandos en pugna, Israel y Hamas, parecen tener igual peso en el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores. Si Uruguay fuera un buen amigo del Estado judío, como asegura serlo, podría ir un paso más allá y señalarle sus errores.

El Secretariado del Frente Amplio fue en esa dirección: declaró “su más enérgico rechazo” a “los ataques perpetrados por el ejército israelí”. Es cierto que las responsabilidades del partido y el gobierno son diferentes, pero una voz respetable en el concierto internacional podría decirle aunque sea una vez a Israel, con aprecio y sin temor, que se equivoca. 

Marcelo Jelen

3 comentarios:

Daniel dijo...

Ivan:
Te apoyo 100% de haber usado el Blog con esto, sobre todo subiendo la editorial de Marcelo Jelen que plantea este drama con claridad, profundidad y respeto.
Gracias

AgustinZ dijo...

Muy bueno Ivan!

Anónimo dijo...

Si te sirve de consuelo hoy 20 de Enero del 2009 se terminará la guerra, si segun los analisis politicos primarios el nuevo presidente electo de los Estados Unidos finalizará con el incondicional apoyo que Israel ha recibido de dicha potencia, esto quedará en la historia. Y es cuestion de ver informativos, les falta correr a los soldados Israelies no mas, jamas en la historia del mundo se vio una retirada tan rápida ... en fin ... veremos.