sábado, 22 de marzo de 2008

Comentarios cruzados o qué carajo es el arte

En los comentarios de Daniel Caselli y Christian Rodríguez del post sobre el sitio Ojo de Pez quedaron al pasar algunos conceptos que me parece son parte de las discusiones que tendríamos que estar dando hoy todos los fotógrafos. Por ejemplo ¿quién puede estar en este momento delimitando que es arte y que no? Hoy si entramos a los museos serios del mundo encontramos secciones de fotografía donde se mezclan desde imágenes conceptuales actuales, triviales para muchos puristas, junto a las fotografías documentalistas de Dorothea Lange tomadas durante la gran depresión norteamericana, o los retratos de Cartier Bresson como el de Matisse rodeado de palomas blancas. ¿Entonces, cuál es foto artística y cuál no? ¿En el momento que los fotógrafos de la FSA tomaban sus imágenes tendrían conciencia que, más allá del documento, sus fotos serían consideradas patrimonio artístico de la humanidad? Y la respuesta es no. ¿Y saben porqué? Porque como en cualquier otra expresión artística el único que termina pasando el cernidor es el tiempo. En algunos casos porque la foto termina haciendo un camino icónico que le da valor más allá de la circunstancia para la que fue sacada. A veces una foto adquiere ese valor incluso por elementos que la exceden. Por ejemplo la foto de Pepe Plá del acto del obelisco del 27 de noviembre de 1983 fue sacada ese mismo día por decenas de fotógrafos que accedieron a la azotea de los edificios de 18 de Julio y Bulevar Artigas. Sin embargo todos la recuerdan por el nombre que le puso el periodista Antonio Dabezies en la tapa del semanario Aquí: “ Un río de Libertad” transformándola en un ícono más allá del valor de la misma foto. Y el Pepe, que es un gran fotógrafo que tiene 30 años de profesión y cientos de fotos del carajo, pasó a ser conocido fuera del ambiente periodístico por esa imagen. Para mencionar otros fotógrafos y agregar un poco mas de incertidumbre al tema pregunto dónde catalogo a Magela Ferrero cuando veo esas conmovedoras fotografías intervenidas donde la poesía viaja de la imagen al texto sin poder saber donde empieza una y termina la otra y luego me encuentro con la foto que tomó en 1995 de Marta Canessa arreglándole primorosamente las cejas a Julio María Sanguinetti antes de salir a enfrentar a la prensa. Y en qué cajón pongo a Luis Alonso cuando veo aquella serie de imágenes de Montevideo en color, de noche, sucia, movida, inquietante y los cientos de fotos que sacó para La República, El Observador o El País. Sí, estoy hablando del mismo fotógrafo que hoy da clases de iluminación y hace tomas en su estudio para publicidad, mientras sigue pensando en todas las otras fotos de todo tipo que puede hacer. Revisen por favor el libro Una forma de ver del Fotoclub Uruguayo y comparen algunas de esas fotos con la carrera hecha por sus autores. Por mencionar algunos de los que admiro: Pablo Bielli, Leo Barizzoni, Gabriel García, Mauricio Skryky, Mariana Mendez, Federico Gutierrez, Carlos Pazos, Pablo La Rosa, ¿en qué cajoncito los meto? ¿Son fotoperiodistas o artistas plásticos? Y creo que en este viaje no hay esquizofrenia. Los fotógrafos somos eso: fotógrafos. Y con esa herramienta maravillosa que es nuestro ojo particular, diferente, hacemos los que nos motive hacer. Algunos de nosotros a pesar incluso del lugar donde nos toque ganarnos la vida con la profesión, si es que realmente la abrazamos como tal. Recordemos que con tal de vivir de esto algunos dejaron carreras como la arquitectura o la medicina, mucho más redituables. Ninguno llegó a esto para hacerse rico ni para esgrimir su condición de artista. Llegaron acá porque no pueden dejar de mirar.

La gran deuda sobre qué fotos merecen ser consideradas obras perdurables es que en el Museo de Artes Visuales finalmente haya un espacio para la fotografía. Tal vez la directora que pusieron ahora o el próximo responsable del museo que entre por concurso entienda que ya es hora. El tiempo ya fue suficiente para poder evaluar el material de varios fotógrafos. De arranque, se me ocurre que la foto de Caselli de la niña en primer plano con la vela en el estadio Centenario debería estar entre todas las otras obras de arte. ¿No te parece Daniel?


Respecto a algo que comenta con enojo Christian sobre la falta de oportunidades para exponer o de trabajo, le diría que nunca hubo tanto lugar donde exhibir fotografía en forma aficionada o profesional (léase fotologs o salas). Hace 20 años, la sala de exposición de fotografía de Montevideo era la Galería del Notariado y aprovechando que Nancy no me mira, les diré a los que no conocieron ese espacio como lugar de exposiciones, que era un hueco mal iluminado en un corredor. Comparen aquello con la calidad de la sala del Fotoclub, o del Centro Municipal de Fotografía. Es cierto sobre las oportunidades de trabajo, también es cierto que en los 90 aparecieron la revista Tres y Posdata, el diario El Observador y el diario El País creó una sección fotográfica de elite que también usó fotografos de aquella nueva camada. Sin contar que a La República todavía le importaba la buena fotografía. De todos modos respecto a las generaciones actuales entendamos que la mitad de los muchachos que hoy están mostrando sus imágenes en fotologs, como en cualquier afición, dentro de 20 años estarán trabajando en el Banco República, como instructores de surf o como contadores. Pero así y todo, muchos están haciendo cosas impresionantes y las salas posibles donde mostrarse están a disposición en forma justa. Si bien la aparición de la fotografía digital, como toda revolución cambió la percepción de la fotografía -y esto es tema de otro post- la ventaja enorme que trajo es que se terminó aquella visión corporativa que muchos colegas tenían de que el manejo de la técnica, sucia y complicada que requería la fotografía química era lo que nos hacía fotógrafos, dejando al ojo hacer su trabajo, no importa la formación que tenga el que mira. Y en ese contexto algunas de las fotos que veo de las nuevas generaciones son impresionantes. Y creo que el impulso que les brinda el no tener que perder tiempo en todo aquel nudo les deja energía para hacer lo que hacen. Y sí, hay de todo. De mi parte bienvenidos al club.

No recuerdo ningún trabajo hecho de su bolsillo por ningún profesional uruguayo como el que hizo Christian en el Líbano. Envidio la decisión, el impulso y la calidad de lo logrado.

Posdata: Christian, ya estás en otro lado, no seas pelotudo, acordate de Lot.

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