martes, 29 de enero de 2008

El mundo de los paparazzi

Publicada en el Observador, el sábado pasado, nota de Valentin Trujillo, fotos mias.

“Nosotros solo fotografiamos lo que vemos”

La puerta se entreabre. Los ojos hinchados, horizontales y finitos, como puñalada de tarro, como dice el dicho. Pelos despeinados. Musculosas arrugadas de dormir. Trajes de baño y pies descalzos. La luz blanca del mediodía les golpea los párpados, y los ojos se achican un poco más. “Adelante, vengan. Pónganse cómodos”, dice Charly, uno de los fotógrafos de la agencia Jorge Amado Group. Es una casa coqueta de dos pisos estilo quincho en medio de Maldonado Park, un barrio de clase media baja, cerca del Hospital de Salud Pública.

Como quien no quiere la cosa, El Observador se cuela en la base puntaesteña de una de las principales agencias argentinas de paparazzis. En este verano 2008 Jorge Amado Group tiene fotógrafos en Mar del Plata, Pinamar, Villa Carlos Paz y obviamente Punta. 30 son los medios abonados a la agencia: 24 revistas (entre semanales y mensuales), más seis diarios, de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, y varios sitios de Internet, como www.terra.com, por ejemplo.

Para muchos, este es el nido de las serpientes, el pozo del mal de donde surgen esas fotos reveladoras de infidelidades, besos al pasar, mimos en la playa, personas en alto estaba de ebriedad, músicos que afinan o desafinan, más sus familias, modelos en busca de notoriedad, cuerpos notorios en busca de un modelo a seguir, deportistas risueños, políticos bronceados en busca de notoriedad, más cuernos, autos con vidrios oscuros y caras a medio cortar, noches de luna llena, lluvia, fuegos artificiales y fiestas donde algunos entran y salen intactos e impolutos, otros entran y salen muy mal, y otros directamente no salen.

En fin, estos trabajadores del flash, el fotómetro y el auto-focus son los que aportan mucha de la vasta información gráfica con que se proveen las revistas del corazón, que a su vez luego proveen a los programas de chimentos, que luego irradian esas discusiones filosóficas sobre el amor, los celos y envidia de parejas y más parejas, que forman una mitología digna de competir con la griega. Y el círculo se cierra en la señora (o el señor) que vio el programa de chimentos y fue a comprar la revista, y ahora está sentada/o en la reposera y mira a la gente en la playa, y sospecha (o está segura) de que el que está entrando al agua es el famoso sobre el que estaba leyendo su pelea marital.

Son los malos de la película, pero a su vez son los que muchas veces ponen a andar esa maquinaria que incluye a miles a ambas orillas del Plata y también en el resto de América Latina.

Pero en este mediodía de sol y viento muestran su lado más humano. Son siete los fotógrafos que están conviviendo en esta casa. Están recién despiertos porque tuvieron una noche muy larga, con guardias de puertas de restoranes y fiestas donde pueden pasar seis lerdas horas para conseguir una foto buena de alguien importante en el tiempo que va desde que se abre un portón eléctrico hasta que el auto pasa, o sea, unos 40 segundos. De eso viven y esa es su ley. Son paparazzis y están orgullosos de serlo.

Paradoja/Paradox


La importancia de la identidad. Jorge Amado no es el monstruo con que muchos caricaturizan al típico paparazzi post_Lady Di. Es un tipo afable, un porteño canchero “pero nacido en Córdoba”, que hace 20 años está en el negocio de las fotos de famosos. Es el dueño de la empresa homónima, es la cara visible, es el organizador de una logística que se parece mucho a la del espionaje. Es el jefe de cada comando.

Mientras charlamos, mira de reojo el programa de Viviana Canossa, que habla desde un televisor detrás de él. Todo el día están conectados a lo que dicen en programas así, como el de Jorge Rial, “porque hay que estar evaluando quién es el importante”, dice Amado. Además, el diálogo se ve interrumpido por los tres teléfonos celulares que tiene Amado. Entre interrupción e interrupción, contesta las preguntas del cronista. Y considera importante hacer una clarificación de arranque: “Hace tiempo que nos sacamos la chapa de fotógrafos”, dice Amado.

Y explica: “A un fotógrafo de una revista le dicen, por ejemplo, ‘tenés que seguir a Susana (Giménez)’, ¿no? Le dicen: ‘está acá, sale a tal hora, va a estar allá a tal hora’, etcétera. Nosotros nunca hacemos eso. Nosotros averiguamos si está o no está, dónde está, vamos a esta el lugar por las nuestras, nos pagamos todo. Nadie nos da un mango por el trabajo. No tenemos viáticos ni para comida, ni para casa, ni para nada, ni tenemos canje. Todo lo ponemos nosotros, como cualquier paparazzi. Por eso, no somos ‘fotógrafos’”.

Charly, el fotógrafo que abrió la puerta, bate un café instantáneo y dice: “Esto te perfora el estómago, pero te hace estar despierto”. Y para un paparazzi estar despierto, física y visualmente, lo es todo. Hay que vencer el cansancio acumulado de semanas estando despierto de 16 a 18 horas promedio, sin días libres. Los fotógrafos de Amado llegaron después de Navidad. La primera quincena de enero hicieron guardias en el aeropuerto de Laguna del Sauce, embudo donde llega la mayor parte de los famosos a Punta del Este.

Yacimiento de fotos. Más allá de las fijas como el aeropuerto, el trabajo diario comienza entre el mediodía y el inicio de la tarde, cuando van a cubrir paradores y playa de moda, como Esturión, la playa Fox Sports, Bikini y el parador La Huella de José Ignacio.

Pero es de noche cuando la gráfica de fotos trepa hasta las nubes. Eventos, fiestas, recitales de música o teatro, restoranes son yacimientos de imágenes. Amado marca una diferencia especial de esta temporada 2008. “Se murieron los boliches. Me acuerdo de veranos donde había determinados boliches donde iba todo el mundo. Tenías un buen lugar en el estacionamiento y te hacías una fiesta”, recuerda. “Además de que se perdió la adrenalina y la emoción de pelearte con los patovicas del boliche y los custodios de los famosos”, agrega con una risotada que tapa a Carlín Calvo dando explicaciones en el televisor.

Justamente, los estacionamientos siguen siendo vitales para los paparazzis, pero en otro sentido. Los acomodadores de autos son fuentes muy fieles de información sobre las dos preguntas básicas que quiere saber cualquier paparazzi: quién está dónde. Dependiendo de los datos llegan después las propinas. “Ojo, también tenemos amigos que nos pasan datos desinteresadamente. Nos dicen: ‘Che, mirá que en tal lugar está fulano’”.

Muchas veces, después de la salida si no hay material bueno, hay que iniciar una persecución. Finitos entre filas de autos por rutas y autopistas, semáforos ignorados, todo por esa foto que puede definir un divorcio, confirmar un noviazgo, confirmar una infidelidad, confirmar un rumor o incluso confirmar un bolazo. Varias fueron las persecuciones que hizo Amado en su carrera, la más notoria a Nacho Herrero, actual ex marido de la modelo Nicole Neumann. Se dieron un par de piñazos y terminar declarando en un juzgado. Por todo esto, Amado cree importante justificarse: “No somos chupasangre, ni violamos la intimidad de nadie. Sacamos lo que vemos. Y lo más importante: nunca huimos, porque el que huye es porque hizo algo malo”, afirma.

Temporadas y temporadas. En febrero, la troupe de Amado vuelve a Buenos Aires, por que el año mediático, como en otros niveles, empieza en marzo y hay que organizarse. Luego viene el invierno “y nos vamos todos a la nieve”, dice el paparazzi. “Bariloche, Las Leñas, Mendoza, San Martín de los Andes, el Sur patagónico: por ahí nos movemos”, explica Amado. Todas las estaciones son buenas para estos pájaros migratorios.



(RECUADRO)
El negocio. El sistema es el siguiente: los medios pagan un fijo determinado mensual y acceden a la galería de fotos que diariamente se está actualizando con el arsenal de imágenes de los fotógrafos. Se suben entre 1.500 y 2.000 fotos todos los días. Además los medios tienen la posibilidad de utilizar material de archivo, que está dispuesto durante un mes en la web.

8 comentarios:

Un tal Iván dijo...

y... hay gente pa todo

ricardo antunez dijo...

tiene lo suyo...

AgustinZ dijo...

andamos cortos de palabras, yo pensé que iba a dar para discutir sobre los prejuicios que como fotoperiodistas nos ligamos por culpa de los paparazzi etc.
pero bueno, otra vez será! ;)

Un tal Iván dijo...

Fotoperiodismo y paparazzis, yo creo que sólo nos une la herramienta, éticamente estamos en las antípodas y estéticamente puede haber puntos de contacto pero tambien son bien diferentes, el laburo de estos sujetos me parece francamente despreciable, por mas que se me diga que si existen es porque hay un público que consume esa basura (por aquello de que tantos millones de moscas no pueden estar equivocadas), la existencia de gente que consume eso no lo hace mas respetable, como tampoco que las víctimas sean parte del "jet set", a algunos tal vez les guste ser carne de los paparazzis, o tal vez de alguna manera los favorezca profesionalmente al darles publicidad, pero a otros no. Me pregunto que pensarían si ellos mismos vieran su familia destrozada por alguien publicó fotos indiscretas o que invadieron su intimidad. Creo nadie tiene derecho a eso.
Los códigos éticos del fotoperiodismo nada tienen que ver con eso y sería bueno aclararlo cada vez que tengamos ocasión (es común en los cronistas de radio presentarnos simpáticamente como los paparazzis).

Daniel dijo...

A propósito de Punta y paparazzis:
¿Alguien sabe en que fecha se casa la Shakira?

Equipo de redacción dijo...

Respuesta a un Talibàn:
Seguramente las fotos de tu vecino (el albañil o el que trabaja en la fàbrica) no aparencen en ningun medio de comunicacion masivo. Ahora bien, si "elegis" una actividad o profesion pùblica y seguramente ganas mucho dinero con eso porque tenes exito (lo que todos quieren), entonces si, es ahì donde perdes el derecho a tu privacidad, creo que todo tiene su precio pero algunas personas no quieren pagar y se olvidan de aquel momento en que eligieron se cantante o actriz o lo que fuere.
Despues, trabajo son todos y lo bueno es la libertad para poder elegir. Y en cuanto a la ètica ... Quien puede decir que es ètico o no, con limitarse a cumplir la ley me parece que alcanza.

Saludos

Equipo de redacción dijo...

Olvidaba algo, es muy feo, pero muy feo ver a aquel celebritie en decadencia desesperado por que le hagan una foto cuanto un tiempo atras cuando tenia éxito la jugaba de que invadian su privacidad. En fin todo cambia, asi es este mundo y hay que estar preparado.

Un tal Iván dijo...

No comparto el criterio de que quién pasa a ser una persona pública pierde el derecho a la intimidad, la intimidad se respeta, sea un futbolista, un artista o el presidente de la República. Tampoco que los límites de la ética sean los mismos que marcan las leyes, se pueden cometer un montón de inmoralidades sin transgredir la ley. Es verdad, eso sí, que cada uno elije sus límites.